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por Marcelo Morales, El Intruso.com, October 2007 —
¿Usted cree en los signos?
No… no me refiero a los de puntuación; a los zodiacales. Yo… tampoco. Pero los leo. En realidad sí creo en las características, no en las predicciones diarias de Horangel. ¿Y con el horóscopo chino… cómo se lleva, ah? Yo, como lo conozco menos, le creo más.

María Cristina Pasquinelli es sagitariana y, en el horóscopo chino, cabra. Nació en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires. Su padre, que de joven se la pasaba actuando, recitando y cantando en cines, teatros y cabarets, renunció a las tablas al casarse; pero volcó en sus hijas (¡seis!) sus inclinaciones. Desde niña, María y sus hermanas vivieron rodeadas de óleos, témperas, disfraces, discos, libros y un largo etcétera. Pero ni se les ocurra hacer algo fuera de casa.

María se casó con el periodista Timo Zorraquín, quien además la impulsó a sacarlo todo afuera. Y María lo hizo. Y decidió utilizar el apellido de su madre.
Así “nació” María Volonté.
Que en sus comienzos tuvo sus escarceos con el rock; María Volonté y Obelix contaba en sus filas con un jovencísimo baterista que se hacía llamar Javier Malosetti. Sí, el mismo.
Reuniones, contactos, fiestas, intentos, búsquedas… eso: búsquedas. Muchas.
Y encuentros.

Esta impactante morocha argentina (visual y artísticamente), luego de transitar plazas, bares, centros culturales y muchas calles, debuta discográficamente en 1996 con Tango y otras pasiones. Y no le fue mal, ya que el diario La Nación lo sindica como uno de los 100 mejores discos de tango de la historia.
Cornisas del corazón (1999), grabado en vivo en el Café Tortoni (donde la Volonté se presentó todos los jueves durante muchos años) fue su segundo álbum. Fuimos (2003), en compañía del pianista Horacio Larumbe, la hizo merecedora del Premio Gardel 2004 al Mejor Álbum de Tango y fue nominado para el Grammy Latino. En el 2004 edita Tangos, una colección de clásicos de su repertorio, que fuera nominado al Premio Gardel 2005. Y Yo soy María, del 2005 y también nominado al Premio Gardel, la encuentra fusionando el tango con el jazz y la bossa nova.

A lo largo de su carrera, María Volonté ha compartido escenarios con una cantidad de músicos que impresiona por su cantidad y diversidad: Horacio Larumbe, Javier Malosetti, Ariel Prat, Walter Ríos, Pascual Mamone, Abel Rogantini, Facundo Bergalli, César Angeleri, Néstor Marconi, Oscar Giunta, Esteban Morgado, Daniel Maza, Larry Vuckovich, Pedro Giraudo, Darío Eskenazi, Gerardo Gandini, Tangoloco (el quinteto de tango-fusión de Daniel García) y la Orquesta Juan de Dios Filiberto.
También ha realizado numerosas presentaciones junto con Chico Novarro.
Además de sus actuaciones en la Argentina toda, María se ha presentado en Europa, América Latina y en los Estados Unidos. En Munich protagonizó la ópera “María de Buenos Aires” compuesta por Ástor Piazzolla. Ha cantado con gran éxito en Londres, Zurich, Viena, Belgrado y en el Helsinki Festival. En los Estados Unidos cantó en el famoso club de jazz Yoshi’s, en California, mientras que en Buenos Aires fue telonera del pianista Brad Mehldau.

Ya en el 2007, estrenó María Volonté: Intima, un show solista con sucesivas actuaciones en Estados Unidos y que presentara con singular éxito en el Maipo Club durante todo el mes de septiembre.

Y acaba de editar su sexto álbum, Sudestada, por el sello Acqua Records. Con producción de Raúl Carnota, el disco ofrece algunos clásicos del tango junto con La flor de la canela, de Chabuca Granda, y cuatro composiciones propias, algunas de ellas ya clásicos en sus conciertos como Parte del juego y la tremenda chacarera Sauce grande. La acompañan en el CD el pianista, compositor y arreglador Popi Spatocco,, el guitarrista Lucho González, el percusionista Martín González, el bandoneonista Walter Ríos, el bajista Daniel Maza, el cantante Roberto “Caracol” Paviotti, el armoniquista Franco Luciani, el flautista Ruben “Mono” Izarrualde, un cuarteto de cuerdas y el mencionado Raúl Carnota en guitarra y bombo legüero.

Veamos qué se dice de Sagitario: “es uno de los signos más positivos del zodiaco. Son versátiles y les encanta la aventura y lo desconocido. Tienen la mente abierta a nuevas ideas y experiencias y mantienen una actitud optimista incluso cuando las cosas se les ponen difíciles. Son fiables, honestos, buenos, alegres, fieles y sinceros y dispuestos a luchar por buenas causas cueste lo que cueste. Son capaces de sacrificarse para realizar un objetivo. Esto hace que a veces sean demasiado exigentes con los demás”.
¿Y de la Cabra? A ver: “es el signo más femenino del zodiaco chino. Es honrada y sincera, de modales retraídos e incluso tímida. Sus tendencias artísticas, su elegancia y capacidad creativa son los aspectos más positivos. Su aspecto exterior es tranquilo pero interiormente es muy firme y decidida. Es tan sensible a la armonía y a la belleza que sus estados de animo dependen en gran medida de su ambiente”

Bueno… luego de haber estado unas dos horas conversando intensamente con la Volonté podemos decir que, en algún punto, todo lo mencionado se trasluce en la nota. Y también en cualquier mano a mano circunstancial. Y, en el escenario, ni hablar.
Porque María Volonté es más María que nunca arriba de las tablas.
Y la experiencia no sólo es fascinante para los eventuales espectadores, sino para ella misma.
¿Cómo escapar entonces a sus propias sensaciones de un ciclo de conciertos que finalizó el día anterior a esta charla?
María Volonté, damos fe, ha sido paciente y harto generosa con nosotros. Y de sus bondades artísticas y humanas podríamos hablar un rato largo; pero compruébenlo ustedes y, cuando actúe, ya saben lo que hay que hacer.

Cada martes fue distinto. Porque el primer día cayeron Daniel Maza, Caracol, Carnota, Franco Luciani… y después, cada martes, fue distinto. Vino Lucho González, mi hija subió a cantar y en la última función vino Walter Ríos, que tiene un gran humor a pesar de ese gesto adusto y de verdad que hacía años que no la pasaba tan bien arriba de un escenario. Supongo que tiene que ver con que yo hoy estoy más conectada con las cosas que me importan. Y que eso se nota. Hacer este disco fue mortal, haber laburado con Carnota fue otra historia…

¿Por qué Carnota?

Yo lo admiro mucho como artista, pero la verdad que como productor me encanta. Me morí con el primer disco que hizo Caracol; porque luego de haberlo conocido más (refiriéndose a Caracol) caí en la cuenta de que Carnota había sacado lo mejor de él. Es un disco en el que cada cosa transmite una sensación de equilibrio aunque el arreglo sea sencillo o elaborado; se llegó al corazón de cada canción y ahí estuvo Carnota para sacar lo mejor del intérprete. Y por el repertorio que quería grabar ahora, pensé que Raúl (Carnota) era ideal. Aunque igualmente, a la hora de grabar, siempre está el salto al vacío.

¿Muta mucho la idea original con respecto al trabajo terminado?

(Piensa) No… creo que no… porque cuando uno tira las ideas, las pautas… en realidad es al revés; lo más difícil es cómo acercarse a esa idea original y en todo caso la mutación fue lo más interesante, porque fue para mejor, para acercarse más a esa idea. A ver… porque la idea estaba en los dos, porque yo tenía un repertorio ecléctico y lo que quería era homogeneizarlo. Por eso necesitaba la mirada de otro. Lo que me pasa como intérprete es que estoy atenta a lo que pasa “del otro lado”. Difícilmente me suba al escenario con una idea férrea e inamovible. No… lo que me interesa simplemente es ser genuina y verdadera y para que eso pase, yo tengo que estar seducida, afectada, sorprendida, enamorada de lo que está pasando musicalmente. Por ahí puede ser algo que me surge en el momento o algún arreglo… por ejemplo… en el disco grabé Naranjo en flor. Y Popi (Spatocco) propuso un cuarteto de cuerdas y me pareció perfecto… porque nunca la había cantado en ese formato. Pero ojo, porque además de ser diferente tiene que ser buena y que provoque algo en el oyente. Si eso no ocurre, no sirve de nada. También juegan el misterio y la magia en todo esto. Volviendo a tu pregunta, el resultado final no dista mucho del origen; es lo suficientemente diferente como para sentir eso de “la primera vez”. Este ejercicio de la libertad me impulsó a volver a tocar la guitarra sobre un escenario o el cajón… sí… hubo como una incitación al cambio, pero no de ésos en los que después no te reconocés, sino todo lo contrario (piensa) La verdad que lo del disco salió todo tan redondito, con tanto cuidado, fluidez… y con gente a la que me une un gran afecto. Tal vez tenga que ver también que, con los años, uno se libera más y se anima a ser lo que verdaderamente es. Y cuando la devolución es generosa, hay que celebrarlo, porque es difícil sostener esas apuestas artísticas. Y son años de lucha… y creo que hoy estoy tan contenta por el hecho de haber apostado a “otra cosa” y que la vida me está recompensando. Esperemos que dure (sonríe).

Vos dijiste hace un momento que la misión del productor es extraer lo mejor de cada intérprete; ahora… ¿cómo hace un intérprete para sacar lo mejor de un productor?

Es importante confiar en su criterio. Yo primero lo ponía en contacto con mis ideas e intuiciones, en muchos casos así, en bruto; por eso necesito estar cómoda… yo le abrí mi corazón en todos los sentidos y es un acto difícil para mí porque poner lo propio en manos de otro es un acto profundo de entrega; y una vez que eso está establecido, confiar, que no significa clausurar tu criterio. También tenía la libertad de expresar diferencias, pero fue fabuloso sentir que ya había muchas cosas resueltas de antemano. Es una mezcla de contención y de pensar que hay otro que está pensando en lo tuyo desde antes y, además, me sentí muy respetada. Creo que para sacar lo mejor de Carnota, lo dejé ser él mismo y yo bailé con él como diciendo “a ver… ¿adónde me llevás?

Salvando las distancias, ¿es como un terapeuta?

Hummmm… (piensa… mucho) No sé… me parece que… (sonríe) puede ser… me quedé pensando porque también algo que ayuda es el respeto del otro lado. Porque hay momentos (y el que hizo terapia lo sabe) en los que no hay límites y uno vuelca todo en el otro. En ese sentido, me parece que no… que como en un baile, estás pendiente de las directivas del otro y eso no implica que tenés que aplastarlo contra la pared porque estás nerviosa. En este caso es más sutil, como que se va cediendo alternativamente el espacio; pero sí entra a jugar lo terapéutico en algo tan intenso como grabar un disco como éste donde volqué muchas cosas personales. En ese caso está bien que el productor te ponga un freno, de la misma manera que el terapeuta te banca cualquier cosa pero en un momento te dice “el tiempo terminó, seguimos otro día”. A medida que hablo caigo en la cuenta de que es muy atinada tu comparación, teniendo en cuenta ciertos límites como el respeto profesional. Pero sí, es fabuloso que alguien te diga “ya está, queda así, seguimos mañana”. Y en ese sentido no sólo es terapéutico sino que brinda un alivio… enorme.

Estás insistiendo mucho en que estás feliz y en un buen momento y te referís a “tu apuesta”. ¿Cuál es esa apuesta y por qué estás en este momento como estás?

Me parece que los artistas venimos con diferentes dones. Esto una lo agradece y además te conecta con la vida de una manera particular. Después está lo que tiene que ver con la construcción que cada persona hace, que es como una refinación de lo que la vida te ha dado. Y yo siento que está el don pero también la responsabilidad de llevar eso a su máxima expresión; y ese mandato inconsciente, que hace que el otro reciba el mensaje reconociéndose en algo de lo que fluye de uno. El mandato de no mentir a la hora de buscar tu estética, lo que no quiere decir que no exista la “divina mentira del arte” (sonríe), una maravilla que es parte del encanto de todo esto. Pero el artista tiene la obligación de buscar su propia voz; lo más cómodo, en contraposición a eso, es plegarse a un “cliché” porque pensás que te habilita a llegar más rápido no sé adónde. Yo tengo esta idea un poco romántica, si se quiere, de que primero hay que buscar la revelación. Pero esto no quiere decir que no se necesite el reconocimiento y la buena acogida de parte del otro.

Algo así como “si el mensaje no llega, es que no hay mensaje”…

Claro… porque es cierto que uno puede ir solo en el viaje, pero en un artista de performance, donde parte de lo que ocurre tiene que ver con lo que viene del otro lado, esa cosa efímera e irrepetible, el ida y vuelta es prácticamente indispensable; y la falta de respuesta puede transformarse en algo terrible. Creo que fue Nietzsche el que dijo que hay que ir a encontrar qué tiene uno de diferente para decir, ponerlo en acción y de esa manera aparecerá la gente que se conectará con eso. Bueno… yo trato de ofrecer lo mejor posible, pero es algo mío. No es sencillo… hay gente que cree que yo canto solamente tangos. Yo ahora quise probar que es posible acercarse a la música argentina; y aquí incluyo a gente como Chavela Vargas y Chabuca Granda porque yo eso lo aprendí acá, en Buenos Aires y no en Singapur. Se puede hacer un acercamiento diferente rompiendo, desestructurando, encontrando cosas distintas. Y lo que me pone contenta es que me encuentro en el comienzo de otra etapa, como si hubiera vuelto a nacer. Y qué bueno también que esa apuesta personal le llegue al otro. En definitiva, una es un eslabón más de la locura general, una expresión más de esta maravilla que es lo humano. Hace poco, por ejemplo, me invitó Lito (Vitale) a cantar con él en un show a beneficio y estaban Lucho González y la Mississippi. Y como quien no quiere la cosa, terminé cantando Jugo de tomate con ellos (risas), rememorando la época en la que estábamos de amigos con los Redondos o cuando compartíamos el corazón rockero con Ariel Prat o Javier (Malosetti) y fue un momento de felicidad plena. Y yo era la misma que algunos minutos antes había cantado Los mareados o La flor de la canela… (más risas). Nada está concluido. Yo siempre soñé que el viaje fuera más importante que la meta.

El viaje, ¿comenzó en la infancia?

Sí… fui muy estimulada por mi padre que renunció a su veta artística una vez que se casó con su primera mujer que le dijo “el teatro o nosotros”; pero siempre pintaba, cantaba…

Y que tuvo todas hijas…

(Sonríe) Es muy gracioso porque semejante señor… bueno, al mismo tiempo puede decirse que conformó su propio harem (más risas). Se casó, tuvo tres hijas y cuando enviudó se casó con la que es mi madre… con la que tuvo otras tres hijas de las que yo soy la mayor. Y nos inoculó con esto, te diría que hasta más allá de su voluntad… porque le brotaba de manera inconsciente y nosotros vivíamos actuando, cantando, nos grababa, nos filmaba… esto era así todo el tiempo. Pero este mundo venía con una suerte de contra-mensaje en el sentido de que no era para señoritas porque se trataba de un ambiente impropio y… bueno… cuando yo nací mi papá tenía 50 años, así que imaginate… O sea, podíamos ser diosas o divas, pero puertas adentro. Abreviando, cuando rompo con el cascarón y me caso, me encontré con el padre de mis hijas con el que estuve durante 14 años, hasta que murió y que, por el contrario, me estimulaba todo el tiempo a que desarrollara mis inclinaciones artísticas. Me decía que no tenía derecho ni pretextos para no intentarlo; y yo sentí como una patada cósmica que me lanzó al medio de mí misma. Ahí empezó un proceso en el cual debí transformar todo aquello que había mamado de chica; no fue fácil subir a un escenario, con músicos, sola, con la viola, los centros culturales, las plazas, la calle, el programa cultural en barrios, el centro cósmico de (Jorge) Pistocchi…risas); (fue una especie de lavarropas dionisíaco, como decía el monologuista de los Redondos…

Mufercho…

Ése… (más risas)

En la época que estaba Monona con el falso desnudo…

Tal cual… era eso, el lavarropas dionisíaco poniendo en juego lo que yo tenía y descubriendo cosas nuevas y empezamos a componer juntos… los primeros dos años en mi casa de San Telmo significaron una época maravillosa en la que éramos una tribu… y de pronto venía alguien diciendo que en la plaza de San Telmo le habían dicho que podía ir (risas). Y había gente mañana, tarde y noche. Y en 1982 nos mudamos a la Boca y fue lo mismo; siempre pasaban cosas. Me acuerdo de uno de los cumpleaños de Timo en el que Symms monologaba en pleno delirio… al punto de que hoy me digo “¡lo que he visto pasar!” Todo era como en vivo y en directo.

En vivo, en directo y en carne viva

Absolutamente. Eso fue la clave. Y por eso lo que te decía al principio. Podés tener los dones, el talento, la altura, la inteligencia, lo que quieras. Pero si no lo alimentás en el viaje no digo que esté mal, pero sin eso… todo hubiese sido más chiquitito… más convencional… Fue bueno entonces que la chica de Ituzaingó y de Ramos Mejía, de golpe pasara por esas situaciones que provocaron que Pistocchi dijera “ah… la Diosa del underground…” (risas). Porque al final uno se va transformando, más cuando cerca tuyo pasan cosas muy fuertes. Algunas cosas obviamente las tengo registradas pero a veces me digo qué bueno hubiera sido llevar un diario… o registro de la cantidad de gente que ha pasado por nuestras vidas… y viceversa, ¿no? Y también fue otro proceso el hecho de enviudar y tener que criar a mis hijas; porque tuve esa influencia maravillosa de mi marido pero hubo que seguir sola e ir encontrando los caminos… después de que se me cayera todo encima. Había que atender la realidad y al mismo tiempo no desatender a la locura propia. Y lo interesante y lo sano es que las cosas van cambiando y que nadie puede vivir todo el tiempo en carne viva sin morir en el intento. Hay que parar de vez en cuando porque si no, te llevan puesto. Por suerte parece que me ayudó y acompañó algo que se refleja en una frase de Chesterton, creo que en “El hombre que fue Jueves” (confirmamos, fue efectivamente ahí), donde escribe que “la aventura puede ser muy loca, pero el aventurero tiene que estar cuerdo”. Por eso, cuando sentía que todo explotaba, me decía que estaba bien mantener el brillo y el juego de la aventura, pero…

¿Estábamos en pleno desborde?

Bueno… (sonríe); pero me refiero a… a ver… Todo depende de lo que significa el desborde para cada uno. Porque desde el punto objetivo de la destrucción, seguramente hubo gente que se estrelló de frente contra una pared o que acostumbraba a inyectarse heroína cuatro veces por día…

O como decía Zavaleta, insecticida porque “es más barato”.

(Risas) Claro… Pero yo no me siento el paradigma de… (piensa, busca las palabras). Yo no puedo decir “ahhh… todo lo que yo probé…” No. Es más sutil, cada uno conoce sus límites y el solo hecho de tener que levantar a tus hijos e ir para adelante… te obliga a comportarte de determinada manera aunque convivas con cierta clase de dispersión. Pero de algo estoy segura: nunca estuve tan loca como la aventura en sí. Por eso mencioné la frase. Esto es lo que hizo que volanteara para evitar el choque de frente. Y nunca hice de la idea de la destrucción una bandera. Sí de la desestructuración de ciertos esquemas como para poder encontrar otras alternativas u otras búsquedas; protegerse menos, exponerse más y encontrarse con cosas más verdaderas. Creo que esa vieja cosa de la familia, los afectos, la fidelidad esencial a ciertos principios, me han ayudado. Y también te permite convivir con ciertas formas de la destrucción que no necesariamente tienen por qué ser propias, sino también ajenas. Por suerte, aunque una ha jugado y coqueteado con muchas cosas, hubo un criterio o solidez esencial que permitieron que pudiera transitar por ciertos caminos muy locos pero siempre atenta. Recuerdo que mi papá siempre decía que la flor de loto era algo muy bello pero que estaba inmersa en un pantano. Y a mí me funcionó en el sentido de que yo podía convivir con el entorno pero que ello no implicaba que debía dejar de ser yo misma. Muchos años después leí en un bar de Estados Unidos una frase que decía más o menos que si una persona está marchando en sentido contrario al de los demás, es posible que adentro suyo esté escuchando su propia música.

Como en la escena de (la película) Expreso de medianoche

Buenísima imagen (piensa). Es perfecta la referencia que usaste. Porque vivir al borde como decías, no es solamente picarse; cuando vas contra la corriente también estás al borde. Porque es en los extremos donde generalmente están las respuestas y uno puede escuchar su propia voz.

La artista, ¿es muy distinta de la madre?

Sí… y no (piensa). No… es distinto… (dice “sí” y “no” varias veces lo que provoca –perdón- carcajadas de un servidor; por suerte, ella adhiere y también se ríe). Algunas veces trabajamos juntas y sí… la mamá se queda en casa. Yo tengo un costado de mamaza protectora, pero la artista tiene que poner límites. Cuando estoy por cantar, saben que no tienen que venirme con cuestiones que son para mamá. Hubo que hablarlo. Lo mismo que el juego del vestuario sobre un escenario. Por eso, en general, prefiero que las cosas estén separadas. Ahora ya son más grandes y es más fácil que lo comprendan. Y además está “la divina mentira del arte”; porque si yo sobre un escenario juego a que soy la diva de no sé cuánto, es dentro de un concepto artístico; y esa “mentira” no se lleva a casa. La ficción es ficción. Imaginate un actor que lleve un papel execrable a su casa… imposible.

¿Qué cosas, al margen de la música, te emocionan?

Uhhh… millones de cosas… siempre tuve un nexo muy fuerte con el cine. Me apasiona. Y la literatura, por supuesto. Porque ahora soy más deportista que de chica, por ejemplo. No iba a natación o a jugar al tenis… todo eso me duraba poco. Pero sí me he pasado horas y horas leyendo. De hecho, me encanta escribir también. También me gusta el campo, la vida al aire libre… pero el cine y la literatura siempre me han acompañado. Eso sí: en las giras o cuando grabo me obligo a no leer para no distraerme. Yo creo que las facciones anexas a la música se reflejan en lo que hago. Y ojo que también me sorprendí con algunas frases de escritores más livianos como P.D. James o Henri Le Carré. Y no leo lo que me aburre, haciéndole caso a Borges.

Teniendo en cuenta todo lo que comentaste, ¿por qué no nos metimos con el rock nacional?

Me parece que tiene que ver con que en algún momento, muy al comienzo… (piensa). En su momento, con mi marido, empezamos a desarrollar una búsqueda; yo sentía que había una falta de “algo”. Por supuesto que canté las canciones de Sui Generis y todo eso; pero me pasaron dos cosas muy fuertes: lo vi a Miguel Abuelo, que había vuelto no me acuerdo de dónde…

De Francia y España, a principios de los ’80.

Sí, lo escuché en (el teatro) El Picadero. Y yo, que tenía un vínculo muy estrecho con la música brasileña, lo relacioné rápidamente con un Caetano porteño, con esa cosa más rea que tenemos acá, más desenfadada, con una capacidad de sofistificación enorme pero con una garra más combativa, más agresiva. Y lo vi y me pareció una fuerza viva de la naturaleza, alejado incluso de lo que hacía con Los abuelos de la nada. Me atrapó enormemente. Y la otra cosa que me apasionó letrística y artísticamente fueron Patricio Rey y sus Redonditos de ricota, muchísimo antes de que se pusieran de moda. Pero en general yo sentía una falta de cosas que me gustara cantar. Y buscamos, con Javier Malosetti o con Ariel Prat, un vínculo con el rock y la música latinoamericana pero de una manera más comprometida. Pero quedó trunco. Aunque pasó algo bastante concreto y es gracioso que me hayas preguntado esto porque es algo que tenía prácticamente borrado de mi memoria. En ese momento teníamos unos cuantos temas y estábamos desarrollándolos con Javier (Malosetti) que tocaba la batería pero también se involucraba en los arreglos y aparecieron los Vitali con un sello discográfico. Ellos tenían un estudio haciendo varias cosas y recuerdo que el grupo se llamaba María Volonté y Obelix. De hecho, el año pasado grabé un candombe que compusimos en esa época. Y los Vitali querían que grabáramos pero con los músicos puestos por ellos. Y yo no sé, Marcelo, si fue una buena decisión o no, pero la respuesta fue que o lo hacíamos nosotros, todos, o no se hacía. Y no se hizo. Y si te digo que es gracioso que me preguntes esto justamente ahora, es porque a pesar de las distintas búsquedas y de explorar distintos terrenos, nunca me sentí tan cerca como ahora de volver a encarar la creación como una cosa… (hace un gesto grandilocuente), ¿entendés? Esto no quiere decir que mañana me ponga a componer rock; pero siento que, de hecho, estamos pensando con (la hija) Macarena componer cosas juntas. Tal vez en aquella época no era el momento o no estaban dadas las condiciones… porque yo creo que salvo en las cosas muy obvias, los límites o los miedos están más adentro de uno que afuera. Por supuesto que si alguien te pega un tiro, es muy probable que te mueras. Pero creo que el hecho de que se hayan caído algunas barreras que te permiten moverte con libertad…

¿Pero es consciente o inconsciente? ¿Uno se da cuenta de la existencia de esas barreras o recién cuando caen?

Yo creo que te das cuenta cuando empezás a hacer cosas que creías que no podías hacer. Ahí te cae la ficha de que las posibilidades estaban ahí. Yo creo que tenés razón… sería muy fácil si uno supiera que eso está ahí…

Hasta ahora yo siempre te vi con un humor de aceptable para arriba, ¿sos cabrona?

Sí; lo que pasa es que también estoy cambiando en eso. Me enojo mucho conmigo mismo, soy terrible.

Pero ¿produce un efecto dominó?

Bueno… justamente por eso creo que empecé a cambiar; porque cuando uno cree que está enojado o peleado consigo mismo, nunca la cuestión termina ahí y menos en alguien que se sube al escenario. Soy incapaz de decirte, otra vez, por qué uno empieza a entender que es mucho mejor relajarse y, más allá del susto, tirarse del tobogán. Ahora… por qué se activa en determinado momento ese mecanismo y no antes ni después, no tengo la menor idea. Volviendo a lo anterior, pensar o creer que los problemas o malhumores de uno empiezan y terminan en uno, es una falacia. Y la verdad… lamento que no hayas podido venir a ver los shows, porque algunas de tus agudísimas preguntas (el entrevistador se sonroja… mucho) tienen su respuesta sobre el escenario. Porque se generó una energía en cada presentación tan distinta y tan fuerte que motivó una devolución enorme. Algo detonó en mí, evidentemente. Y por supuesto que hay que estar abierto para percibir esas cosas. De lo que estoy segura es de que si bien los cambios asustan, también son capaces de generar una energía…

El movimiento genera movimiento…

¡Exactamente! Y parece una obviedad hasta que te das cuenta cuán atado estás inconscientemente; y mirá vos… para mí, hoy, el éxito no es “pegarla”, sino hacer lo que tengo ganas y ¡oh sorpresa!, preparamos unos shows sencillos, para disfrutar de la música y, sinceramente, si no seguimos es porque tenemos que ir a Estados Unidos para unas actuaciones acordadas de antemano. Parece que cuando uno menos se preocupa por lo aleatorio y se quiere más… qué sé yo… la energía es un gran misterio. Y éste, para mí, es un tiempo para celebrar el comienzo de un nuevo tiempo.